La alta sensibilidad es un rasgo de personalidad identificado por la psicóloga Elaine Aron en los años 90. Las personas altamente sensibles (PAS) suelen tener un sistema nervioso hipersensible, lo que les hace percibir estímulos sensoriales de manera más intensa. Esta hipersensibilidad les permite procesar emociones de manera más profunda y detallada.
Sin embargo, la alta sensibilidad no es una patología, sino una característica. Entonces, ¿cómo se identifica? A continuación, exploraremos los métodos más comunes para diagnosticar una PAS.
Métodos de evaluación para identificar la alta sensibilidad
No existe un diagnóstico clínico oficial para la alta sensibilidad, porque no es un trastorno ni una enfermedad, pero sí hay herramientas que ayudan a identificar sus rasgos.
Test de autoevaluación y cuestionarios psicológicos
Uno de los métodos más utilizados es el test desarrollado por Elaine Aron. Este cuestionario consta de afirmaciones sobre la percepción y respuesta ante estímulos como el ruido, las emociones o el estrés. Quienes obtienen una puntuación alta en esta prueba, suelen ser considerados PAS.
Además, algunos psicólogos han adaptado estos cuestionarios para integrarlos en evaluaciones más amplias sobre la personalidad y el procesamiento sensorial. Aunque estos test no sustituyen una valoración profesional, pueden ser una primera aproximación para entender si alguien posee este rasgo.
Indicadores clave según la escala de sensibilidad
La alta sensibilidad se caracteriza por cuatro pilares fundamentales:
- Procesamiento profundo de la información: Reflexión constante sobre experiencias y emociones, tanto propias como de otras personas. Suelen pensar de sobremanera en los eventos que viven, analizando detalles dichos y no dichos, haciendo suposiciones y formulando hipótesis.
- Fácil sobreestimulación: Sensibilidad extrema a ruidos, luces brillantes o ambientes caóticos. Esto puede provocar ansiedad en entornos con multitudes.
- Alta reactividad emocional: Respuesta intensa a estímulos positivos o negativos. Sean estímulos pequeños o grandes, significativos o simples, las PAS pueden llegar a reaccionar de forma desproporcionada.
- Elevada empatía y sensibilidad social: Tendencia a absorber el estado emocional de los demás. Se les hace muy difícil poner límites y tienden a involucrarse profundamente. Esto puede llevarles a asumir emociones que no son propias, y a actuar de manera sumisa, para no enojar o hacer sentir culpable a otros.
Si una persona se identifica con estos indicadores, es posible que sea altamente sensible.
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Rol de los profesionales de la salud mental
Dado que la alta sensibilidad no es un trastorno, no forma parte de los manuales de diagnóstico como el DSM-5 o la CIE-11. Sin embargo, los psicólogos pueden evaluar este rasgo dentro de un proceso terapéutico más amplio.
¿Se puede diagnosticar clínicamente la alta sensibilidad?
No es necesario un diagnóstico médico para esta característica de la personalidad. Los profesionales pueden identificarla mediante entrevistas clínicas, cuestionarios y la observación del paciente.
Diferencias entre alta sensibilidad y trastornos psicológicos
Es importante diferenciar la alta sensibilidad de otros trastornos como la ansiedad generalizada o el trastorno del espectro autista (TEA), e incluso, la alteración de la sensibilidad, asociada con las alucinaciones en ciertas enfermedades.
Una PAS puede sentirse abrumada por el entorno y los afectos, pero no sufre una disfunción significativa en su vida cotidiana. En cambio, la ansiedad generalizada es un trastorno que interfiere en la adaptación al día a día, con síntomas como insomnio, taquicardia, agitación, miedo inexplicable.
Algunas personas pueden confundir a la alta sensibilidad con el TEA, ya que en sus niveles más extremos, se experimenta una hipersensibilidad a sonidos fuertes, grandes cúmulos de gente y ciertas texturas. Sin embargo, en el TEA se ven muy afectadas las habilidades sociales, mientras que las PAS suelen tener buenas habilidades para conectar con otros, debido a la conexión con sus propias emociones.
Ahora bien, a diferencia de las PAS, las alteraciones de la sensibilidad, como las alucinaciones, se diagnostican cuando la persona percibe estímulos sensoriales que no están presentes. Por ejemplo, olores que no son acordes al entorno o ruidos distorsionados, que otras personas no pueden percibir. No es lo mismo ser altamente sensible que tener la sensibilidad alterada. En el primer caso, se perciben los estímulos como son auténticamente, y en el segundo, se perciben de manera distorsionada.
Diferencias entre diagnóstico clínico y autopercepción
Muchas personas descubren que son PAS tras realizar un test de autoevaluación o leer sobre el tema. Sin embargo, la autopercepción no siempre es suficiente para comprender cómo afecta este rasgo en la vida diaria.
¿Cuándo acudir a un especialista?
Si la alta sensibilidad genera ansiedad, estrés crónico o dificultades en las relaciones personales, entonces es recomendable acudir a un psicólogo. Un profesional puede ayudar a diferenciar entre la alta sensibilidad y otros factores emocionales o psicológicos que puedan estar influyendo en el bienestar.
¿Cómo abordar la alta sensibilidad en terapia?
La terapia puede ser útil para que una persona altamente sensible aprenda estrategias de autorregulación emocional y manejo del estrés. Técnicas como la terapia cognitivo-conductual y la psicoeducación, pueden ayudar a gestionar la sobreestimulación y mejorar la calidad de vida.
Si bien la alta sensibilidad no es un trastorno ni un diagnóstico clínico, es un rasgo de personalidad que puede impactar significativamente en la vida de quienes lo poseen, a veces de manera positiva y a veces de manera negativa. Los test de autoevaluación pueden ser una guía inicial, pero la orientación de un profesional de la salud mental es clave para comprender mejor este rasgo y aprender a gestionarlo de manera saludable.