Conoce estos 5 mitos y verdades de las enfermedades mentales

5 Mitos de las enfermedades mentales

Las enfermedades mentales suelen despertar muchas dudas no solo en quienes las padecen, si no también en quienes les rodean. Así que en este artículo vamos a desmentir 5 mitos de las enfermedades mentales y reemplazarlas por su verdades. 

Cómo identificar una enfermedad mental

Cada enfermedad tiene una serie de síntomas, señales y claves que le caracterizan, sin embargo, es importante diferenciar cuando se trata de un rasgo de personalidad, un estado de ánimo, una condición pasajera y una enfermedad mental, ya que muchos suelen confundirlas. 

• Las enfermedades mentales pueden o no tener una causa física, por lo que es importante hacer estudios médicos y psicológicos adecuados. 
• Hay enfermedades asociadas a rasgos, como los trastornos de personalidad. Por lo que es importante entender que si una persona con estos trastornos, actúa de una forma en particular, es por su enfermedad (por su personalidad). 
• La mayoría de las enfermedades mentales son condiciones de por vida, por lo que no deben confundirse con episodios o crisis breves. 
• Suelen tener un tratamiento farmacológico (psiquiátrico) y psicológico, que funciona en conjunto. Bajo ningún concepto, ambos abordajes tienen efectividad por separado. 
• Las enfermedades mentales tienen niveles, es decir, su diagnostico no implica gravedad absoluta, de hecho, hasta los trastornos graves como la depresión, tienen niveles (leve, moderado y alto). 

Y lo más importante para el final: para diagnosticar una enfermedad mental, la persona debe cumplir con una serie de síntomas claves, los cuales padece todos los días, en todo momento, durante una serie de semanas o meses. 

Este criterio es clave para diferenciar las enfermedades, de las crisis y episodios (duración breve). 

5 mitos sobre las enfermedades mentales

Ahora que conoces datos importantes de las enfermedades mentales, podrás comprender mucho mejor estos mitos. 

Mito 1: Las enfermedades mentales justifican los comportamientos

Esto es un gran NO, pero con condiciones. Vamos a verlo. 

Hay personas que utilizan su diagnostico de enfermedad mental para justificar comportamientos, como la irresponsabilidad con el trabajo, la familia e hijos, la violencia hacia la pareja, entre otros. 

Y esto puede ser factible solo en cierta medida. Por ejemplo, una persona con depresión mayor, puede experimentar desinterés como síntoma, por lo que será esperable que descuide el cuidado de sus hijos o sea irresponsable en el trabajo. No obstante, si con tratamiento los síntomas mejoran menos este, entonces la enfermedad ya no justifica ni explica su comportamiento. En caso, tal conducta es por voluntad de la persona y no por su enfermedad. 

Mito 2: Las enfermedades mentales son un signo de debilidad 

Esto es como decir que los astigmáticos son flojos porque necesitan gafas para ver bien. FALSO. Según la Organización Mundial de la Salud, “las enfermedades mentales son trastornos legítimos como las enfermedades del corazón o diabetes”. 

La debilidad, la sensibilidad y la empatía, bajo ningún concepto son causantes de enfermedades mentales. El cuadro es más complejo, ya que estas enfermedades implican herencias, traumas, alteraciones hormonales, etc. 

Mito 3: Los trastornos mentales no son enfermedades reales

La verdad es que los trastornos mentales son tan reales como cualquier otra enfermedad física y están respaldados por una considerable cantidad de investigación biomédica.

Esta creencia es popular entre las personas que no le dan importancia a lo mental, porque no es posible “verlo”, en cambio, lo físico, lo corporal, sí es más importante, porque se puede “ver”.

Pero lo cierto es que la categoría de “mental” no quiere decir que dejan de ser enfermedades físicas. De hecho, todas las enfermedades mentales tienen una manifestación física. No hay enfermedad mental que no tenga un correlato corpóreo, que no sea medible ni expresable en el cuerpo.

Por ejemplo, en el trastorno bipolar se presentan períodos de activación (también conocido como episodio maníaco) en los que la persona tiene la mente y el cuerpo tan sobreactivados, que ni siquiera es capaz de dormir. Mientras que los períodos de depresión, la inactividad e inhibición pueden ser tan pronunciadas, que el cuerpo no tiene ni fuerzas para levantarse de la cama. 

Mito 4: Las personas con enfermedades mentales son peligrosas e impredecibles

En realidad, según un estudio de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos), las personas con enfermedades mentales son más propensas a ser víctimas de delitos que a cometerlos. 

Y veamos esto con lupa, tan solo un momento. 

Al ser enfermedades tan estudiadas, claro que es posible predecir la conducta de un paciente. Y no es que los psicólogos y psiquiatras tengamos una bola de cristal para ver cómo van a actuar estas personas, no. Más bien, por las características y el perfil de la enfermedad, podemos saber si la persona es más o menos propensa a cierto tipo de comportamientos. Ahora bien, que esas conductas ocurran, depende de muchos factores (no solo de la enfermedad). 

Por otro lado, las personas con enfermedades mentales no son necesariamente peligrosas. Pueden ser más susceptibles a cierto tipo de detonantes, pero en estos casos la conducta agresiva puede relacionarse más con el detonante que con la enfermedad. 

Por ejemplo, las personas que sufren de ciertos tipos de esquizofrenia no suelen ser agresivas, de hecho, son personas que más bien sufren internamente y buscan alejarse de otros. Mientras que hay otros tipos de esquizofrenias que pueden representar un mayor riesgo para la persona y para quienes le rodean, especialmente en la fase de síntomas positivos de esta enfermedad. 

Como ves, no todo es blanco y negro. La vida se trata de grises.   

Mito 5: Las personas con enfermedades mentales no pueden recuperarse

Aquí está nuestro más grande error, ya que hay que definir qué significa recuperación en este contexto. 

Las enfermedades mentales suelen ser de por vida, por lo que la recuperación no es una cura definitiva, es más bien un “aprender a vivir” con la enfermedad. 

Con el apoyo y tratamiento adecuado, la mayoría de las personas con trastornos mentales pueden disminuir el malestar y llevar vidas plenas y productivas. 

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