Cuando alguien válida lo que sentimos, experimentamos una sensación de alivio, pertenencia y confianza que fortalece tanto nuestra autoestima como la calidad de nuestros vínculos.

En este artículo te explicamos por qué es importante validar emociones, cómo este proceso influye en el desarrollo emocional, cuáles son sus beneficios concretos y cómo podemos practicar una validación auténtica, sin caer en la confusión de pensar que validar es lo mismo que estar de acuerdo.

¿Qué significa validar una emoción?

Validar una emoción es reconocer que lo que la otra persona siente es real y legítimo desde su experiencia, sin juzgarla ni minimizarla; es decirle, con palabras o actitudes: “Tiene sentido que te sientas así”, aunque no compartamos esa emoción o aunque nos resulte difícil entenderla desde nuestra perspectiva.

Desde el enfoque de la psicología dialéctico-conductual (DBT), la validación emocional es un componente esencial en la regulación emocional. Al sentirnos validados, nuestro sistema nervioso se relaja y nos resulta más fácil procesar lo que estamos sintiendo.

Comprender por qué es importante validar emociones implica reconocer que las emociones no son “correctas” o “incorrectas”, sino respuestas humanas a experiencias y contextos únicos. Esto aplica tanto a nuestras emociones como a las de otros, incluso si consideramos que son incorrectas o que no tienen fundamento.

Cómo influye la validación en el desarrollo emocional

Desde la infancia, la forma en que los adultos responden a nuestras emociones moldea nuestro desarrollo emocional. Cuando un niño recibe validación, aprende que sus emociones son aceptables y que tiene derecho a sentir y expresar lo que vive internamente.

Por el contrario, si sus emociones son minimizadas, ridiculizadas o ignoradas, puede desarrollar dificultades para identificar lo que siente, expresar sus necesidades o confiar en que será escuchado por los demás.

A lo largo de la vida adulta, la validación sigue cumpliendo un rol fundamental. Saber por qué es importante validar emociones nos permite ser más conscientes del impacto que nuestras respuestas tienen en los demás: una mirada de comprensión o una frase que valida puede marcar la diferencia en momentos de vulnerabilidad.

Beneficios de sentirse escuchado y comprendido

Cuando alguien valora nuestras emociones, se activa en nuestro cerebro una sensación de seguridad emocional que fortalece el vínculo y fomenta el bienestar psicológico. Estos son algunos de los beneficios más destacados:

1. Reducción de ansiedad

La validación disminuye la activación del sistema nervioso simpático, que es el encargado de la respuesta de lucha o huida. Al sentirnos comprendidos, la ansiedad disminuye y podemos recuperar una sensación de calma.

Estudios en neurociencia han demostrado que la validación emocional activa zonas del cerebro, como el sistema límbico, asociadas al bienestar y la regulación emocional, facilitando un procesamiento más saludable de las emociones difíciles.

2. Mejora en la autoestima

Cuando nuestras emociones son validadas, recibimos el mensaje implícito de que lo que sentimos importa y que tenemos derecho a sentir. Esto fortalece la autoaceptación y, por ende, la autoestima.

Por el contrario, la invalidación frecuente puede deteriorar la percepción que tenemos de nosotros mismos y fomentar sentimientos de inseguridad.

3. Mayor seguridad para expresar lo que sentimos

La validación crea un espacio emocional seguro que nos anima a ser más abiertos y honestos con lo que sentimos. Saber que no seremos juzgados ni rechazados por compartir nuestras emociones favorece una comunicación más auténtica y relaciones más profundas.

Esto es especialmente importante en vínculos cercanos, como las relaciones de pareja, las amistades o el entorno familiar. Entender por qué es importante validar emociones nos ayuda a construir vínculos más sólidos y respetuosos.

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Diferencias entre validar y estar de acuerdo con el otro

Uno de los malentendidos más frecuentes es pensar que validar significa necesariamente estar de acuerdo con la emoción o con la conducta que la acompaña. No es así.

Validar significa reconocer la emoción como legítima, sin necesidad de coincidir con la interpretación que la persona hace de la situación ni con sus acciones.

Por ejemplo:

  • Validar: “Entiendo que te sientas frustrado después de lo que pasó”.
  • No validar: “No deberías sentirte así, no es para tanto. Te tomas todo de forma personal”.
  • Estar de acuerdo (no necesario para validar): “Tienes razón en todo lo que piensas de esta situación”.

Al practicar una validación auténtica, ofrecemos un espacio de aceptación emocional, mientras mantenemos la posibilidad de expresar nuestro propio punto de vista o de establecer límites cuando sea necesario.

En conclusión, comprender por qué es importante validar emociones nos invita a adoptar una actitud más empática y consciente en nuestras relaciones. Validar no es resolver ni justificar, sino acompañar desde la aceptación, ayudando a que la otra persona se sienta vista, escuchada y respetada.