Síndrome de Estocolmo en parejas: sugerencias para librarte
A diferencia de muchos otros trastornos, el síndrome de Estocolmo en parejas no es considerado dentro de la clínica psicológica.
Por lo general, se lo relaciona con el estrés postraumático que surge tras salir de una situación de maltrato.
Sin embargo, lo que resalta de este síndrome es que la persona afectada se muestra favorable hacia su agresor, con quien entabló un vínculo amoroso.
Resulta difícil poder salir de esa situación, pero es posible saber identificarla para buscar ayuda o socorrer a alguien que lo está padeciendo.
¿Qué es el síndrome de Estocolmo en parejas?
El síndrome de Estocolmo, por lo general, se lo relaciona con el secuestro o toma de rehenes. El término surgió en los años 70, cuando se robó un banco de Suecia y las víctimas, al ser rescatadas, defendieron a sus captores.
Con el tiempo, se extendió en diferentes ámbitos, por lo cual ahora también se puede hablar del síndrome de Estocolmo en parejas.
Bajo este contexto, se puede ver a una persona en una situación de violencia doméstica, donde su pareja la maltrata y humilla constantemente. En lugar de escapar o denunciar, termina justificándole sus actos y hasta defendiéndole.
Esto se puede deber a que, en el fondo, piensa que no podrá valerse por sí misma y depende del agresor. Pero también alberga la esperanza de que su pareja cambie, en especial si ha sido gentil en algún momento.
Factores que originan el síndrome de Estocolmo en la pareja
Más de uno se preguntará cómo es que alguien tolera ser agredido por alguien y, aparte, justificar sus acciones.
Una de tantas explicaciones es el síndrome de Estocolmo en pareja y existen muchas causas que lo generan. Aquí podrás ver algunas de las más habituales.
1. Maltrato doméstico
Las relaciones amorosas dañinas se basan en la manipulación que uno de los cónyuges le da a su pareja.
La persona agredida se apega a su agresor debido a los vínculos establecidos, pensando que va a cambiar o dañar a sus seres queridos si lo hace enojar.
En caso de que no haya maltrato físico, pero sí verbal, la víctima se somete a su voluntad y hasta puede sentirse afortunada por su situación. Siente que le debe lealtad, por lo que jamás se atrevería a traicionarlo o contrariarlo cuando llegan los insultos.
2. Manipulación y amenaza
Dentro de la violencia doméstica, también hay episodios donde el agresor amenaza constantemente a la víctima para que no lo denuncie. Esto genera mucho miedo en la persona, por lo que optaría mantener un perfil bajo y adoptar una actitud sumisa.
Para demostrar que habla en serio, la pareja puede romper algún objeto o dañar a la mascota de la víctima. Así, si hace algo que no le parece, apuntaría a sus amigos o familiares, dejándole sin más opciones que ceder a sus órdenes.
3. Empatía con el agresor
Es natural que, en una pareja, se suelen compartir momentos de gran intimidad, por lo que la víctima termina empatizando con su agresor.
De esa forma, si hay ciertos indicios de hostilidad, la persona lo relaciona con una vivencia pasada y opta por mantener la calma.
Por otro lado, también existe una forma de identificación, en especial si ambos tuvieron una infancia similar. Así es que la pareja justifica todo lo que haga el otro bajo esos parámetros, creyendo que no es tan diferente a él o ella.
4. Aislamiento social
Tal cual un secuestro, el síndrome de Estocolmo en parejas también surge debido a que el agresor aleja a su pareja de su familia o amigos. Esto impide que la víctima tenga a alguien que le haga replantear su circunstancia.
Hay situaciones en que, incluso, la persona tiene todos sus teléfonos confiscados o monitoreados por su pareja, intensificando cada vez más el aislamiento social.
5. Comportamiento amable y gentil
Otra causa del síndrome de Estocolmo en parejas es la presencia de actos de amabilidad hacia su víctima. Puede ser una palabra de aliento o un “disculpa” tras un golpe, haciendo que retorne las esperanzas de cambio.
Sin embargo, estos comportamientos bondadosos son una forma más que tiene el agresor de controlar a su pareja.
Así, evita que se le escape o le denuncie, además de borrar cualquier evidencia que justifique el maltrato.
6. Incapacidad de escape
En casos muy extremos, donde el agresor cuenta con influencias, la víctima cree que nunca podrá ser libre y se mantiene apegada a su relación. De esa forma, piensa que solo le queda lidiar con la pareja y permanecer apegada a él.
Por otro lado, dicha sensación también se da en casos donde la víctima sí tiene modos de escapar.
Pese a todo, se mantiene aferrada en su lugar debido a los constantes abusos y el aislamiento extremo, que le impiden razonar con claridad.
Síndrome de Estocolmo en parejas: tratamiento
El gran problema con el síndrome de Estocolmo en parejas es que no existe un tratamiento como tal, debido a que no es considerado una patología.
Aparte, la única persona que puede tratarse es quien la padece, por lo que el cambio viene de adentro.
Esto resulta complicado, dado que al paciente con dicho síndrome se le hace difícil reconocer su situación. Sin embargo, no es imposible, por lo que se requiere de paciencia y perseverancia para lograrlo.
Para detectar si se sufre el síndrome de Estocolmo en parejas, se puede desarrollar la capacidad de reflexionar sobre lo que ocurre. Aparte, también debe recuperar sus lazos con amigos y familiares para recibir ayuda externa.
Una vez que logre diferenciar las demostraciones de afecto con los periodos de agresión, debe acudir a atención psicológica o psiquiátrica. Ahí, recibirá tratamiento para para mejorar la autoestima y el amor propio.
La única manera de combatir con el síndrome de Estocolmo en parejas es recibiendo influencias de forma externa.
Ya sea por una pregunta o algún suceso que haya presenciado, es el detonador que le hará poner un fin a la relación y buscar ayuda profesional.