La mayoría de las fobias son miedos irracionales a cosas o situaciones que no representan un peligro directo para la persona. Otras fobias son más justificadas por un peligro real, como la aracnofobia. Sin embargo, algunas, como la agorafobia o la claustrofobia, no están basadas en un peligro real o directo, es decir, que pueden causar daño instantáneo e inminente. 

En este artículo vamos a explorar qué es la agorafobia, sus síntomas, cómo reconocerla y cuándo buscar ayuda profesional. 

¿Qué es la agorafobia?

La palabra agorafobia está compuesta por 2 palabras del griego antiguo: ágora, que se traduce por plaza o un espacio abierto en el que se congregan las personas (bien sea por motivos políticos, de comercio, recreación, etc.) y phobos, traducido como miedo o temor.  

Es importante diferenciar entre el miedo y cómo se expresa. La agorafobia se caracteriza por el miedo intenso a estar en lugares o situaciones donde escapar podría resultar difícil o embarazoso, o donde no se podría recibir ayuda fácilmente en caso de sufrir un ataque de pánico. 

Este miedo se expresa de la siguiente forma: Lleva a las personas a evitar espacios públicos, centros comerciales, transporte público o incluso salir de casa.

Quienes la padecen, no le temen al lugar en sí, sino a las posibles consecuencias de estar allí, como necesitar ayuda y no poder recibirla. Esta condición puede interferir seriamente con la vida cotidiana, afectando la independencia, las relaciones sociales y la calidad de vida.

¿Cuáles son los síntomas principales de la agorafobia?

Los síntomas de la agorafobia pueden variar en intensidad, pero suelen dividirse en dos grandes grupos: físicos y psicológicos. En la mayoría de los casos, las personas experimentan una combinación de ambos.

Síntomas físicos comunes

Los síntomas físicos más frecuentes incluyen:

  • Palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado.
  • Dificultad para respirar o sensación de ahogo.
  • Sudoración excesiva.
  • Mareos o sensación de desmayo.
  • Temblores o escalofríos.
  • Náuseas o malestar estomacal.

Estos síntomas suelen aparecer incluso con el pensamiento de estar en la situación que da miedo. Las personas con agorafobia pueden tener estos síntomas antes de salir a casa (y por ello, deciden no salir), cuando van de camino al lugar o cuando ya están allí. En esta última situación, los síntomas pueden aumentar en intensidad (debido al contexto), hasta convertirse, incluso, en un ataque de pánico. 

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Síntomas psicológicos y emocionales

A nivel emocional, la agorafobia se manifiesta con:

  • Miedo intenso a perder el control en público.
  • Ansiedad anticipatoria (preocupación constante por la posibilidad de experimentar un ataque de pánico).
  • Sensación de irrealidad o desconexión con el entorno (lee más sobre la desrealización aquí).
  • Evitación sistemática de lugares o situaciones que generan miedo.
  • Dependencia de otros para salir de casa o enfrentar situaciones sociales.

Al igual que los síntomas físicos, los psicológicos también pueden aparecer con la sola idea de estar en la situación que genera fobia. Estos síntomas pueden llevar al aislamiento, afectando profundamente la vida personal y profesional de quien lo padece.

Factores de riesgo para desarrollar agorafobia

No hay una causa única que explique por qué aparece la agorafobia, pero sí existen varios factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollarla. Entre los más comunes se encuentran:

  1. Historial de ataques de pánico: muchas veces, la agorafobia surge como una consecuencia de estos episodios. La persona teme experimentar un ataque de pánico en medio de una multitud, y no poder escapar o recibir la ayuda que necesita, e incluso, quedar avergonzada frente a otros.
  2. Experiencias traumáticas: situaciones de alto estrés, accidentes o pérdidas, pueden desencadenar la fobia. En estos casos, es importante hacer un diagnóstico diferencial con un trastorno de ansiedad generalizada y estrés postraumático.
  3. Factores genéticos: tener antecedentes familiares con trastornos de ansiedad puede aumentar la probabilidad. La sensibilidad a la ansiedad se hereda, es decir, hijos de padres ansiosos, son más propensos a experimentar ansiedad desadaptativa.
  4. Personalidad: las personas con rasgos de personalidad como obsesiones, control, suspicacia, tendencias a evitar riesgos o que tienen baja tolerancia al estrés, pueden ser más propensas a desarrollar agorafobia. 

También influye el entorno: situaciones de vida difíciles, una infancia marcada por el miedo o la sobreprotección, pueden predisponer a desarrollar esta fobia.

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¿Cuándo acudir a un profesional?

Es fundamental buscar ayuda cuando el miedo comienza a limitar tus actividades diarias o si notas que estás evitando lugares por temor a sentirte mal. La agorafobia no es simplemente “ser asustadizo(a)” o “no gustar de las multitudes”, es una condición real que necesita atención.

Un profesional de la salud mental podrá ayudarte a identificar los desencadenantes específicos de la agorafobia y trabajar en un plan de tratamiento que puede incluir terapia cognitivo-conductual, técnicas de exposición gradual y, en algunos casos (los más graves y desadaptativos), medicación.

Entender qué es la agorafobia es el primer paso para reconocerla y afrontarla. Si tú o alguien cercano está pasando por esto, recuerda que no están solos y que con el apoyo adecuado, es posible recuperar la libertad y calidad de vida💚.