La ansiedad no solo afecta la mente, sino que también puede manifestarse en el cuerpo a través de distintos síntomas físicos, un fenómeno conocido como somatización de la ansiedad. Muchas personas experimentan molestias corporales e incluso enfermedades, sin una causa médica aparente, lo que genera confusión, preocupación y la sensación de que hay algo mal con nosotros.
En este artículo, exploraremos en detalle qué es la somatización de la ansiedad, cómo se origina en el cerebro y el cuerpo, los síntomas más comunes y las estrategias para manejarla eficazmente.
¿Qué es la somatización de la ansiedad?
La somatización de la ansiedad es un fenómeno físico y mental, en el que la ansiedad se expresa a través de síntomas físicos. En lugar de manifestarse sólo como preocupación o miedo, la ansiedad activa respuestas corporales que pueden parecer enfermedades médicas.
Este fenómeno ocurre cuando el sistema nervioso autónomo, encargado de regular funciones como la respiración, el ritmo cardíaco y la digestión, entra en un estado de hiperactivación debido al estrés y la ansiedad prolongada.
Para comprenderlo mejor, es necesario saber que los síntomas de ansiedad se clasifican en al menos 3 tipos: síntomas emocionales, como miedo, angustia, preocupación, frustración o tristeza; síntomas cognitivos, como pensamientos negativos, rumiación mental, problemas de concentración; síntomas físicos, como taquicardia, opresión en el pecho, dolor de cabeza, temblores e incluso tensión muscular.
No obstante, la somatización de la ansiedad puede ir más allá de los síntomas físicos, causando condiciones de salud importantes, como arritmias, asma, migrañas, úlceras estomacales, e incluso problemas cardíacos.
No por nada se considera que el estrés laboral o burnout, es una sólida causa de condiciones del corazón.
Mecanismos de la somatización
Desde un punto de vista neurobiológico, la somatización es el resultado de la conexión entre el cerebro y el cuerpo:
- Sistema nervioso simpático: Ante una situación estresante, este sistema activa la respuesta de “lucha o huida”, generando síntomas como aumento del ritmo cardíaco, tensión muscular y sudoración. Esta respuesta es natural y esperada en momentos de ansiedad, ya que el cuerpo se prepara para enfrentarse a un evento peligroso.
- Amígdala cerebral: La amígdala, una estructura clave en la respuesta al miedo, envía señales de alarma al cuerpo, incluso cuando el peligro es imaginado.
- Ciclo de retroalimentación negativa: La percepción de síntomas físicos intensifica la ansiedad, creando un círculo vicioso donde la persona se preocupa más, lo que a su vez agrava los síntomas mismos de la ansiedad.
Ahora bien, un elemento esencial para entender las somatizaciones, es la presencia de afectos no expresados. La ansiedad viene acompañada de distintas emociones, según el caso o la persona. Se tiene la creencia de que, en algunas personas, las emociones que no son expresadas, se resguardan en el cuerpo y lo enferman.
Por ejemplo, el asma se asocia con angustia; los problemas estomacales con dificultades para procesar y aceptar emociones; los nudos en la garganta, con palabras no dichas; y así sucesivamente, cada manifestación dice algo de la persona, su historia de vida y su forma de procesar (o no) la ansiedad, provocando así, las somatizaciones.
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Síntomas físicos comunes en la somatización
¿Cualquier persona puede sufrir de somatizaciones? Pues, no necesariamente.
Hay personas que son más racionales que otras, en estos casos, los afectos no expresados se van a alojar en el pensamiento, causando rumiación, sobrepensamiento, problemas de concentración, etc. Mientras que otras personas, alojan las emociones en el cuerpo.
Las manifestaciones físicas de la ansiedad pueden variar entre individuos, pero algunos síntomas frecuentes incluyen:
- Síntomas inexplicables: Manifestaciones físicas que no tienen una causa definida. Y, de hecho, médicos experimentados pueden identificar cuándo esos síntomas son, más bien, causa de una somatización.
- Represión de emociones: Suelen ser personas que guardan el malestar de la ansiedad, lo evitan, lo evaden o desvalorizan, restando importancia, bien porque tienen vidas ocupadas o bien porque, intencionalmente, no desean hacerse cargo del malestar.
- Visitas constantes al médico: Pueden visitar al especialista de salud en repetidas ocasiones y probar diversos tipos de tratamientos, los cuales sí pueden generar alivio, sin embargo, el malestar puede regresar, de forma más agresiva.
Estrategias y tratamientos para la somatización de la ansiedad
Manejar la somatización de la ansiedad requiere un enfoque integral que combine terapias psicológicas, técnicas de relajación y cambios en el estilo de vida.
Intervenciones psicológicas y terapias
La terapia psicológica es una de las herramientas más efectivas para reducir la somatización. Algunas de las más utilizadas incluyen:
- Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): Ayuda a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos que refuerzan la ansiedad, la hipervigilancia y sobreactivación corporal.
- Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Se centra en aceptar los síntomas sin reaccionar de forma exagerada, reduciendo el impacto emocional de la ansiedad, y dando la posibilidad de tener un tratamiento más sereno de las emociones.
- Psicoeducación: Comprender el funcionamiento de la ansiedad y sus síntomas físicos, disminuye la preocupación y la sensación de pérdida de control.
Técnicas de manejo del estrés y la ansiedad
Además de la terapia, incorporar prácticas de autocuidado puede reducir significativamente la somatización:
- Autoconocimiento: Reflexiona un par de veces a la semana, sobre cómo te sientes, qué es lo que sientes y cómo se expresa en tu cuerpo y en tu mente. Analizarte y descubrir cómo eres cuando tienes ansiedad, te da más posibilidades de actuar conscientemente en las cosas que te ocurren.
- Desahogo emocional: Es importante que no te guardes el malestar por tanto tiempo, y que más bien encuentres formas de desahogarte. Bien sea a través de la escritura, la pintura, el baile, la conversación, etc., cualquier forma que no represente un daño para ti o para otros, es completamente válida y necesaria.
- Autocuidado: Los hábitos de autocuidado pueden ayudarte a descargar malestar y conectarte contigo mismo(a). Te recomiendo actividades que supongan: movimiento, bienestar y aprendizaje. Es decir, una actividad en la que tengas que moverte, aprender algo y que, sobre todo, te haga sentir bien.
- Estilo de vida: Si tienes un ritmo de vida acelerado, entonces es momento de bajar la velocidad. Comienza por reducir la cantidad de estímulos que te rodean y enfócate en una actividad a la vez. También organiza tu día para tener espacios cortos de descanso, de 5 o 10 minutos, cada 60 o 90 minutos de actividad. De esta forma, evitarás saturar tu sistema.
- Hábitos diarios: Ejercicio (de la intensidad que te haga mejor) y una alimentación balanceada, te ayudarán a regular tu estado de ánimo. En este último caso, consulta a un especialista, como un nutricionista, para saber lo que más te conviene en cuanto a alimentación.
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La somatización de la ansiedad es un fenómeno en el que la ansiedad se expresa a través de síntomas físicos, muchas veces sin una causa médica evidente. Comprender cómo el estrés afecta el cuerpo y aplicar estrategias adecuadas puede ayudar a manejar sus efectos y mejorar la calidad de vida.
Si experimentas síntomas físicos persistentes relacionados con la ansiedad, buscar apoyo profesional puede ser clave para recuperar el bienestar. Con un enfoque adecuado, es posible reducir la somatización y aprender a manejar mejor la ansiedad en el día a día. 💙