La procrastinación es un desafío común que puede afectar la productividad, la salud mental y el bienestar general. Muchas personas postergan tareas importantes, lo que genera presión, frustración, estrés y ansiedad, y puede desembocar en baja autoestima y sentimientos de culpa. 

Cuando el procrastinar trae problemas difíciles de manejar e incluso intolerables, pues la psicoterapia ofrece alternativas, estrategias y métodos para lidiar con sus consecuencias.

En este artículo, exploraremos cómo trabajar la procrastinación en terapia, especialmente en enfoques como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), el mindfulness y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). ¡Comenzamos!

¿Cómo trabajar la procrastinación en terapia?

La procrastinación no se trata solo de falta de disciplina o motivación, sino que suele estar relacionada con el miedo al fracaso, la baja tolerancia a la frustración o patrones de pensamiento negativos. En psicoterapia, se trabaja identificando estos factores y aplicando estrategias para cambiar hábitos, formas de pensar, formas de organizar y planificar, y mejorar la gestión del tiempo.

Los enfoques terapéuticos más efectivos incluyen la TCC, el mindfulness y la ACT, cada uno con técnicas específicas que ayudan a modificar la forma de pensar sobre las actividades y su complejidad, la relación con la procrastinación y fomentar hábitos más saludables. 

1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) y la procrastinación

La TCC es uno de los enfoques más efectivos para tratar la procrastinación, ya que se centra en la identificación y modificación de pensamientos y comportamientos disfuncionales. Se basa en la premisa de que los pensamientos influyen en las emociones y acciones, por lo que cambiar creencias negativas, aversivas o irracionales, puede ayudar a reducir la procrastinación.

Por ejemplo, un pensamiento asociado a la procrastinación puede ser: “es muy difícil, lo haré después con más calma”. A partir de este pensamiento, el profesional indagaría en la creencia de que la tarea es difícil, considerando que puede deberse a baja autoestima, sentimiento de insuficiencia o incapacidad. 

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La TCC puede influir en el cambio de esa forma de autopercibirte, y así reducir la frecuencia de la procrastinación.  

Técnicas específicas de la TCC para modificar patrones de procrastinación

  1. Reestructuración cognitiva: Se identifican pensamientos negativos que llevan a la procrastinación, como “No puedo hacerlo perfectamente, así que mejor no empiezo”, y se reemplazan por creencias más realistas y motivadoras.
  2. Técnica de los cinco minutos: Se anima al paciente a empezar una tarea con el compromiso de trabajar solo cinco minutos. Esto reduce la resistencia inicial y facilita la acción.
  3. División de tareas: Desglosar proyectos grandes en pasos pequeños y manejables ayuda a disminuir la sensación de abrumo.
  4. Refuerzo positivo: Celebrar pequeños logros genera motivación y refuerza hábitos productivos. 

2. Mindfulness y su aplicación en la procrastinación

El mindfulness es otra estrategia eficaz para reducir la procrastinación, ya que ayuda a desarrollar conciencia plena sobre pensamientos, emociones y comportamientos sin juzgarlos. Al entrenar la mente para enfocarse en el presente, se disminuye la tendencia a evitar tareas por miedo o ansiedad.

Cómo la atención plena ayuda a reducir la postergación

  • Aumenta la autoconciencia: Permite identificar los momentos en que surge la procrastinación y reconocer los pensamientos que la desencadenan.
  • Mejora la regulación emocional: Al aceptar la incomodidad sin reaccionar impulsivamente, se facilita la acción en lugar de la evitación.
  • Favorece la concentración: Practicar mindfulness regularmente mejora la capacidad de atención y reduce distracciones, lo que ayuda a mantener el enfoque en las tareas. 

3. Intervenciones basadas en la aceptación y el compromiso (ACT)

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) ayuda a las personas a aceptar sus emociones y pensamientos en lugar de luchar contra ellos. En el caso de la procrastinación, ACT promueve la acción alineada con los valores personales y el estilo de vida, independientemente de la incomodidad o el miedo al fracaso.

Algunas técnicas clave de ACT incluyen:

  • Defusión cognitiva: En lugar de ver los pensamientos como verdades absolutas, se aprenden a observar como simples eventos mentales, reduciendo su impacto.
  • Compromiso con la acción: Se trabaja en identificar valores personales y establecer acciones concretas para avanzar hacia ellos.
  • Aceptación emocional: En vez de evitar el malestar asociado con ciertas tareas, se aprende a tolerarlo, vivirlo y seguir adelante.

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Rol del terapeuta en el tratamiento de la procrastinación

El o la terapeuta juega un papel fundamental en cómo trabajar la procrastinación en terapia, ya que guía al paciente en la identificación de patrones disfuncionales y el desarrollo de estrategias efectivas. Algunas de sus funciones incluyen:

  • Proporcionar un espacio seguro para fomentar el desahogo, explorar miedos y bloqueos emocionales.
  • Enseñar técnicas adaptadas a las necesidades individuales del paciente.
  • Fomentar la autoexploración, trabajar en la motivación y el compromiso con el cambio.
  • Brindar apoyo y seguimiento para consolidar hábitos nuevos.

La procrastinación no es solo un problema de organización, sino un comportamiento influenciado por factores emocionales y cognitivos. A través de enfoques como la TCC, el mindfulness y la ACT, la terapia ayuda a modificar patrones de procrastinación y a desarrollar estrategias efectivas para una vida más productiva y equilibrada. Si la procrastinación está afectando tu bienestar, buscar ayuda profesional puede ser el primer paso hacia un cambio positivo.